martes, 22 de octubre de 2024

Catalina Clara Ramírez de Guzmán

A la ausencia de una imagen, hablando de ella


Cuando quiero deciros lo que siento, 
siento que he de callaros lo que quiero: 
que no explican amor tan verdadero 
las voces que se forman de un aliento. 

Si de dulces memorias me alimento, 
que enfermo del remedio considero, 
y con un accidente vivo y muero, 
siendo el dolor alivio del tormento. 

¿Qué importa que me mate vuestra ausencia 
si en el morir por vos hallo la vida 
y vivo de la muerte a la violencia, 

pues el remedio sólo está en la herida? 
Mas, si no he de gozar vuestra asistencia, 
la piedad de que vivo es mi homicida.

El dolor por la ausencia de una amiga vertebra este soneto con las características propias del Barroco. De gran perfección estilística, recupera los temas de la enfermedad, la nostalgia, la herida abierta, el recuerdo (causante del dolor), la muerte en vida. Esas contradicciones del ser barroco, angustiado, existencialista, carente de vitalismo, recorren el soneto desde sus inicios.
Con reminiscencias de la  poesía más culta: Góngora, Quevedo, … esta poetisa extremeña nos hace vibrar con el sentimiento de la amistad, retomando imágenes y conceptos petrarquistas y neoplatónicos del amor. 



Catalina Clara Ramírez de Guzmán (Llerena, Badajoz, 1611 – ¿1670-1684?)
    Poco se conoce de la vida de esta poeta extremeña, que perteneció a una familia de linaje pues su padre era oficial de la Inquisición en Llerena y su madre descendía del Gran Maestre de la Orden de Santiago. Su poesía (un conjunto de 118 poemas en los que despliega su conocimiento de las distintas formas estróficas de tradición culta y popular) suele referirse a hechos sociales sucedidos en Llerena, poemas a su familia y a sus amigos, poemas amorosos y poemas sobre sucesos curiosos. Dedicó especial atención a la poesía satírica.

No obstante, lo más apreciado de su producción poética son sus poemas morales y filosóficos, donde se lamenta de la simpleza de su vida, de la imposibilidad de gozarla y de la muerte. 

Para saber más, pincha aquíaquí

Aunque es un poema al día, no me resisto a que conozcáis un soneto de tono satírico-burlesco digno del mejor Quevedo

SONETO A UN HOMBRE PEQUEÑO: DON FRANCISCO DE ARÉVALO 

Mirando con antojos tu estatura,
con antojos de verla me he quedado,
y por verte, Felicio, levantado,
saber quisiera levantar figura.

Lástima tengo al alma que, en clausura,
la trae penando cuerpo tan menguado.
Átomo racional, polvo animado,
instante humano, breve abreviatura:

di si eres voz, pues nadie determina
dónde a la vista estás, tan escondido
que la más perspicaz no te termina,

o cómo te concedes al oído.
En tanto que la duda se examina,
un sentido desmiente a otro sentido.


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